Artista:
Curador:
Rafael Cippolini
Conocemos dos tipos de visionarios: los que buscan predecir y los que observan de otro modo, encontrando razones y mundos donde los demás no sabemos verlos. Bandi Binder (Hungría, 1917-Buenos Aires, 2006) pertenecía a aquellos que experimentaban con la visión, intentando expandirla, desbordando sus límites. Sin embargo, a poco de conocerlo, Francisca López eligió otro camino: la suya no era una visión de lejanía, sino de profundidad. Metódica, lo que es decir deliberada e intuitivamente minuciosa, su búsqueda se inicia con el registro de las obras de Binder (fotografías de fotografías) y sus hábitats, sean stocks de elementos de trabajo o archivos. Pero no solo: además, las pinturas de Sally Dietrich, pareja del fotógrafo, que también forman parte de la exploración fotográfica de Francisca, quien elige únicamente lo que sus ojos le dictan, selección que bien puede interpretarse como una muy particular forma de curaduría. Una forma de meditación visual, de comunión y conexión tantas veces sin palabras. En sus sensibilidades notoriamente diversas, el efecto de esa comunidad silenciosa o ligazón mental y energía colectiva me devuelve de inmediato a una experiencia personal sincrónica, cuando el siglo XX dejaba paso al siguiente. Adolfo de Obieta, quien supo ser hijo de Macedonio Fernández, me habló por primera vez de la hermética figura de la egrégora, a partir de una revelación de Xul Solar, citando las palabras del astrólogo y pintor: “La egrégora nos invade como un mar íntimo, y a la vez colectivo”.
Esa entidad creada por pensamientos, emociones y energía de un grupo de personas es la clave ineludible de esta muestra.
Libro
La visión interior. Meditaciones sobre Bandi Binder






La exposición Un mar íntimo cuenta con el apoyo de Bodega Catena Zapata, Sinteplast y Mecenazgo Participación Cultural.
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